lunes, 18 de junio de 2007

Evaluación

La evaluación constituye una actividad compleja, la cual constituye una tarea esencial y necesaria en la labor docente. Se dice que es compleja debido a que en el proceso educativo puede evaluarse prácticamente todo, es decir, enseñanza, aprendizaje, acción docente, contexto físico y educativo, programas, currículo, aspectos institucionales, etc.

También se dice que es necesario que el docente posea cierta conocimiento teórico y práctico más o menos preciso producto de un conjunto de estrategias, técnicas e instrumentos los cuales le van a permitir evaluar los aprendizajes de los alumnos en los momentos pertinentes que el docente decida hacerlo, ya sea porque lo considere necesario o porque la institución o el currículo lo exijan. Es quizás por esta razón que es necesario señalar de forma enfática que la evaluación es parte integral de una buena enseñanza, se considera que no debe desligarse la evaluación de la enseñanza ya que sin la actividad evaluativo difícilmente podría asegurarse de que ocurra algún tipo de aprendizaje.

Así lo expresa Barriga y Hernández (2002): “La evaluación del proceso de aprendizaje y enseñanza debe considerarse como una actividad necesaria, en tanto que le aporta al profesor un mecanismo de autocontrol que le permitirá la regulación y el conocimiento de los factores y problemas que llegan a promover o perturbar dicho proceso” (Pág. 352).

De lo anteriormente comentado, se puede dilucidar que la actividad evaluativo es una forma para poder comprobar que ocurra algún tipo de aprendizaje, sin el aporte que este nos brinda sería difícil conocer acerca de los resultados y la eficacia de la acción docente y de los procedimientos de enseñanza utilizados, además sin la información que la actividad nos proporciona tampoco tendríamos argumentos necesarios para poder establecer correcciones y mejoras.

Ahora bien, desde la perspectiva constructivista de la enseñanza y el aprendizaje, la evaluación es considerada una actividad que debe realizarse tomando en cuenta no sólo al alumno sino también el desempeño que realiza el docente y su relación con dichos procesos.

Desde esta perspectiva las acciones evaluativos se encargan de orientar, interpretar y reflexionar para mejorar el proceso. En otras palabras, evaluación para y en el proceso de enseñanza-aprendizaje.

Por otro lado, dentro de la actividad evaluativo es posible distinguir dos tipos de funciones: la función pedagógica y la función social. La primera tiene que ver con la comprensión, regulación y mejora de la situación de enseñanza y aprendizaje, mediante la función pedagógica se puede obtener información la cual va a permitir saber que ocurrió con las estrategias utilizadas y como están ocurriendo en los aprendizajes de los alumnos, así de esa manera en ambos casos pueden realizarse los cambios y ajustes necesarios. Asimismo, puede decirse que la función pedagógica constituye una genuina evaluación continua dirigida a tomar decisiones de índole pedagógica y que además justifica y le da sentido a la evaluación. En síntesis se puede afirmar que los objetivos de la evaluación no sólo son los procesos de aprendizaje en los alumnos, sino también el proceso mismo de la enseñanza.

La función social de la evaluación, se refiere al uso que se da de esta más allá del proceso de enseñanza-aprendizaje los cuales tienen que ver con cuestiones referidas a la selección, acreditación, promoción, la certificación y la información a los otros, vista de esta manera se puede afirmar que la evaluación cumple su función social al afirmar ante la sociedad y comunidad si los educandos han alcanzado los logros académicos o si poseen determinadas capacidades que les permitan ejercer determinadas funciones sociales.

Puede decirse que tanto la función pedagógica como la función social pueden considerarse en principio como compatibles ya que responden a momentos diferentes en el proceso educativo.

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